¿QUÉ ES LA CIENCIA?
La ciencia no es sólo una colección
de datos. Por supuesto, los datos son una parte muy importante de la ciencia:
El agua se congela a los 32 grados Fahrenheit (o 0 grados centigrados), y la
tierra gira alrededor del sol. Pero la ciencia es mucho, mucho más. La ciencia
incluye:
·
Observar lo que está sucediendo;
·
Clasificar u organizar información;
·
Predecir lo que sucederá;
·
Comprobar predicciones bajo
condiciones controladas para ver si son correctas; y
·
Sacar conclusiones.
La ciencia incluye probar y cometer
errores-haciendo pruebas, fracasando e intentando de nuevo. La ciencia no nos
da todas las repuestas. Requiere que tengamos algún nivel de escepticismo para
que nuestras "conclusiones" científicas se puedan modificar o cambiar
enteramente según hacemos nuevos descubrimientos.
Los niños tienen sus propios "conceptos
científicos"
Los niños pequeños inventan
explicaciones muy interesantes para hacer sentido del mundo en su entorno.
Cuando les preguntamos sobre la forma de la tierra, por ejemplo, algunos de
ellos nos explicarán que la tierra tiene que ser plana porque, si fuera redonda
como una pelota, la gente y las cosas se caerían. Cuando les presentamos un
globo terrestre y les decimos que esta es la forma de nuestro planeta, estos
niños pueden adaptar su explicación y decir que la tierra es hueca y que la
gente vive adentro sobre una superficie plana.
Cómo plantear preguntas
Como mencionamos anteriormente, es
muy importante que alentemos a los niños a plantear sus propias preguntas.
También es importante que les hagamos preguntas para hacerles compartir sus
ideas y escuchar sus respuestas cuidadosamente. Tengan en mente que las
experiencias de los niños les ayudan a formar sus ideas-ideas que pudieran o no
encuadrar con las últimas interpretaciones científicas. Ayude a su niño a ver
las cosas desde nuevos puntos de vista. Por ejemplo, hablando de la ventisca,
usted puede preguntar, "¿Haz visto alguna vez que nieve
horizontalmente?" o "¿Qué pudiera causar que a veces nieve
horizontalmente?"
Estas conversaciones pueden ser una
forma importante de investigación o aprendizaje. Aliente al niño, haciéndole
saber que está bien si comete errores o reconocer que desconoce algo. En vez de
decir, "No, esa no es la respuesta correcta, " cuando él ofrece una
explicación incorrecta, ofrézcale información precisa o ayúdele a encontrarla.
Regresando a la tormenta de nieve, pudiera preguntar al niño, "¿Cómo
podemos confirmar tu definición?" "¿Cómo encuadra la definición del
diccionario con lo que tú dices sobre la nieve cayendo horizontalmente?"
Saber que usted está dispuesto a
escuchar ayudará al niño a sentirse más seguro de su propio razonamiento y
alentará su interés en la ciencia. Y escuchar lo que él dice le ayudará a
descubrir qué sabe y cómo lo sabe.
La experiencia práctica da buenos resultados
Investigar y experimentar son muy
buenas maneras para que los niños aprendan las ciencias y aumenten su
conocimiento sobre las ideas científicas. Las ciencias prácticas también ayudan
a los niños a razonar críticamente y sentirse más seguros de su propia
habilidad para resolver problemas. Los niños pequeños en particular se
interesan mucho en las cosas que pueden tocar, manipular y cambiar; y por las
situaciones que les ayudan a descubrir qué pasa-en breve, eventos y enigmas que
pueden investigar, lo cual es el fundamento del estudio científico. Mientras
que las ciencias prácticas dan muy buenos resultados también pueden tomar mucho
tiempo y causar un desorden. Por lo tanto, antes de comenzar, vea bien qué es
lo que la actividad requiere-incluyendo cuánto tiempo requerirá.
Menos es más
Es muy tentador tratar de enseñar a
los niños un poquito sobre muchos temas. Aunque los niños nunca podrán aprender
todo sobre la ciencia, sí necesitan y querrán aprender muchos datos. La mejor
manera de ayudarles a razonar científicamente es presentándoles solo algunos
temas pero haciéndolo a fondo.
Cómo encontrar la actividad adecuada para su niño
Los niños tienen diferentes intereses
entre sí y responderán diferentemente a las actividades científicas. Una
colección de arena y piedras que fue todo un éxito con su niña de ocho años
pudiera ser de poco interés con un niño de seis.
Afortunadamente, los niños cuyos
intereses varían mucho pueden encontrar una gran cantidad de actividades
científicas que les sean divertidas. Si a su niño le encanta cocinar, déjelo
observar cómo el té cambia de color cuando le agregamos limón o cómo el vinagre
cuaja la leche.
Para encontrar las mejores
actividades para su niño, lo más importante es conocerlo bien.
Estas son algunas sugerencias:
·
Busque actividades que no sean ni
demasiado fáciles ni demasiado difíciles para su niño. Si no está seguro,
escoja la más fácil, porque algo que sea demasiado difícil le dejará la
impresión que las ciencias en sí son demasiado difíciles. Los adultos suelen dar
por sentado que los niños necesitan demostraciones espectaculares para aprender
las ciencias, pero esto no es cierto.
·
Considere la personalidad del niño y
sus preferencias sociales. Algunos proyectos se pueden realizar mejor solos,
otros en un grupo; algunos requieren de ayuda, otros no necesitan que algún
adulto supervise. Algunos niños se aburren con actividades solitarias, mientras
que a otros puede no gustarles trabajar en grupo.
·
Seleccione actividades que se adapten
a donde usted vive. Obviamente, una ciudad muy alumbrada no es el mejor lugar
para salir a ver las estrellas.
·
Permita que el niño seleccione las
actividades. Si no sabe si el niño prefiere salir a recoger conchas o plantar
flores, pregúntele. Cuando escoja algo que quiere hacer, aprenderá más y se
divertirá más.
Aquí se muestran enlaces de libros con diversos experimentos que se pueden aplicar en el preescolar para así integrar a los niños en el concepto de ciencia y se vallan involucrando poco a poco mientras se divierten con situaciones didácticas.
EXPERIMENTOS PARA EDUCACIÓN PREESCOLAR
DOCUMENTO: CIENCIA EN EL PREESCOLAR
¿POR QUÉ LA CIENCIA EN EL PREESCOLAR?
Los niños de edad preescolar
atraviesan por una etapa importante de desarrollo mental por lo que gran parte
de los conocimientos que se van adquiriendo forman parte de su vida. Enseñar
ciencia pone en juego las capacidades de observación de los pequeños, así mismo
surge el planteamiento y resolución de preguntas (mediante la observación o la
indagación por diversas vías) se elaboren inferencias y argumentos sustentados
en las experiencias directas que les ayuda a avanzar y construir nueva
aprendizaje sobre la base de conocimientos que poseen y de la nueva información
que incorporan.
Recordemos que también desarrolla el
lenguaje, observación, expresión de dudas y su capacidad para elaborar
explicaciones.
Como decentes debemos difundir el
objetivo de la ciencia: hacer que nuestros niños piensen de manera racional,
estimular sus actividades científicas: observar, explorar, preguntar, hipotetizar,
experimentar, investigar, razonar, concluir, desarrollar explicaciones, etc.
En las distintas propuestas de cómo se
trata la temática de las ciencias en la escuela, hemos dejado traslucir que
todas o cualquiera de ellas podrían ser consideradas válidas e interesantes en
la práctica de la ciencia en la escuela, siempre que logren guardar cierta
coherencia con los postulados teóricos de los que partimos.
Pensemos en el proceso de educación
científica que se debe desarrollar a nivel escolar. Si tenemos en cuenta la
riqueza de los niños, con sus teorías, sus interpretaciones propias del mundo,
entonces el conocimiento del niño debe ser ubicado en el punto de partida del proceso.
Por lo tanto, debemos “defender” las
teorías de los niños entendiendo que no son erradas, sino parciales o
distintas. Debemos ayudarlos a que puedan expresarlas, ponerlas en palabras y
en primera instancia demostrarles que en cada idea que un niño elabore se
esconde una idea científica.
Los niños, lamentablemente, sienten
desconfianza respecto de sus propios medios, es decir, de lo que piensan y
hacen, y esto se incrementa con los años de escolaridad. El mundo de los
adultos se encarga de que así suceda. Debemos entonces contrarrestar esta
tendencia y ayudar a que puedan revelarnos sus teorías infantiles y lograr que
las mismas presidan el “debate”, la “confrontación” con otras teorías.
De este modo, los niños van pasando de
un nivel de conocimiento personal a uno compartido con los compañeros; es
decir, pasan de un nivel subjetivo a uno intersubjetivo, y descubren que la
verdad no es un problema de la escuela, no es un problema de la ciencia; ella
se mueve siempre con una actitud relativa y relativista. Esto es muy
importante, es algo que el docente debe conocer, y debe contar con los
instrumentos que le permitan ayudar a los niños a que se den cuenta de que
pueden aprender a discutir, ya que de este modo quizá en el futuro lo que hoy
afirmamos, a causa de ellos pueda ser diferente.
Los niños de edad preescolar
atraviesan por una etapa importante de desarrollo mental por lo que gran parte
de los conocimientos que se van adquiriendo forman parte de su vida. Enseñar
ciencia pone en juego las capacidades de observación de los pequeños, así mismo
surge el planteamiento y resolución de preguntas (mediante la observación o la
indagación por diversas vías) se elaboren inferencias y argumentos sustentados
en las experiencias directas que les ayuda a avanzar y construir nueva
aprendizaje sobre la base de conocimientos que poseen y de la nueva información
que incorporan.
Recordemos que también desarrolla el
lenguaje, observación, expresión de dudas y su capacidad para elaborar
explicaciones.
Como decentes debemos difundir el
objetivo de la ciencia: hacer que nuestros niños piensen de manera racional,
estimular sus actividades científicas: observar, explorar, preguntar, hipotetizar,
experimentar, investigar, razonar, concluir, desarrollar explicaciones, etc.
EL EXPERIMENTO EN EL AULA –
EL TALLER DE CIENCIAS EN LA ESCUELA
Generalmente se propone el experimento
científico como magia, como milagro, y esto es muy grave.
El experimento científico no sirve
para obligar a la gente a creer: “¿No lo creen?, ahora se los demuestro.
Observen con atención la fotosíntesis clorofílica. Aquí tenemos un filtro, aquí
tenemos un ácido, no sé qué le ponemos dentro, ahora se pone verde. ¿Lo vieron?
Ahora no pueden decir que no, la experiencia lo confirma”. Esto sin lugar a
dudas no es un experimento científico. El experimento científico es una técnica
que el investigador utiliza para poner a prueba “su teoría”, para verificar si
su teoría resiste a la prueba y no lo contrario. No es un campo de batalla, ni
es un hecho de fe. Utilizar un experimento científico para producir un hecho de
fe va contra el sentido científico. No se pueden asumir datos científicos como
dogmáticos. No es territorio científico el establecer lo verdadero y lo falso,
sino que lo que se plantea es en términos de “lo que funciona”, pero que en
cualquier momento puede cambiar y dejar de funcionar: de este modo la
posibilidad de investigar continúa. Pensemos en los tres reinos de la
naturaleza; la clasificación que se ha realizado no significa que cada una de
las plantas o de los animales o minerales tiene escrito encima adónde pertenece,
como si no fuera verdadero que existe un debate muy fuerte entre los
científicos acerca de este tema. Por lo cual si decidieran modificar los
criterios, naturalmente se modificarían dichas clasificaciones. En muchas
oportunidades presentamos a los niños conceptos o clasificaciones como en este caso,
como verdades indudables, como defensa frente a lo no sabido, es decir como un
dogma al cual hay que adherir sin cuestionar como si estuviéramos frente a una
religión.
La idea de
relatividad generalmente en las propuestas de experimentación en las aulas no existe.
Es decir que normalmente producimos un aprendizaje pasivo que desarrolla o más
bien tiende a desarrollar mayor desconfianza en los propios medios de
conocimiento, lo que va construyendo una actitud anticientífica en lugar de
científica; casi me atrevería a decir anti-infantil, si tenemos en cuenta que
el niño es un investigador por naturaleza que anda descubriendo el mundo paso a
paso.
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